PRIMER VIERNES DE CUARESMA: LA ORACION EN EL HUERTO

En el momento en que Nuestro Señor comienza a sentir temor y angustia, cuando su alma se ve invadida por la tristeza y el sufrimiento de muerte, cuando ve el pecado del hombre que se condena inevitablemente por un corazón cerrado al amor de Dios, acude a su único refugio, la oración.

Jesús, en su humanidad, también experimentó esos sentimientos de miedo que nos paralizan y nos hacen tomar decisiones muchas veces impulsadas por nuestra inseguridad y desconfianza. Somos criaturas débiles, que sin darnos cuenta, endurecemos nuestro corazón con todas estas actitudes que al final nos roban nuestra libertad de Hijos de Dios.

Por eso Jesús, que conoce bien su dependencia de Hijo, acude con un corazón sincero y confiado al Padre “Abba”; es ahí, en la oración, donde se encuentra con la presencia real de Dios, con su alcázar.

La oración es el lugar donde nuestro corazón descansa, donde siente la fortaleza y la protección de todo un Dios que como buen Padre, se deleita sólo en consolarnos. Es en la oración donde descubrimos la verdadera presencia de Dios, donde reconocemos nuestra verdad de hijos de Dios, nuestra realidad, donde nos aceptamos tal y como Dios nos quiere.

Este primer viernes de cuaresma, acude a la oración, acude a tu refugio, descansa en el Amor, en los brazos de tu Padre, donde nuestra voluntad se ablanda y es capaz de decir sí a la Voluntad de Dios, con la confianza de que siempre es por un bien mayor.

La Alegría que permanece

Hablamos muchas veces de la alegria, pero que es la Alegría? Como podemos descubrir verdaderamente esta virtud para que sea duradera? Muchos lo describen como un sentimiento de gozo, felicidad, un estado de ánimo…

Para algunos puede ser algo temporal, quizás un momento relacionado con algo que pasa y después se va y no se queda. Puede ser también consecuencia de algún acto que alguien con todo su cariño ha querido hacer por ti.

Pero, qué puedes decir tú hoy sobre la alegría?

Muchos saben que no hay mayor plenitud para el corazón que la de tener la certeza de que ese momento que te hace feliz, se quedará contigo para siempre. Lo que pocos aun no han descubierto, es que ese siempre, esa eternidad, es Dios, que anhela fervientemente encontrarse contigo hoy.

Desde antes de que nacieras, El ya te amaba, y planificaba con todo su amor este dia para presentarse ante ti.

Este momento ha llegado ya, hoy es el día en el que todo un Dios se hace hombre, encarnado en el seno de la mujer que en su humildad y sencillez, solo pudo decir SI, al Amor de los amores.

Este Dios hoy viene a presentarse a tu corazón, como un niño inocente y vulnerable, que depende todo de ti y de lo que tú quieras darle. Se presenta pequeño y frágil para que lo acojas y lo ames con un corazón puro y desprendido, en el que sólo importa que desde tu interior florezca un deseo fiel que sea capaz de sostener a esta dulce y tierna criatura.

Fíjate que bien lo pensó Dios, que para conocerte, quiso hacerse niño, un recién nacido que sólo puede traer alegría a una casa.

Y es esa la Alegría que hoy celebramos, una alegría eterna que viene para permanecer a tu lado, para quedarse junto a ti, para que lo puedas mirar, besar, abrazar.

Él está deseando desde hace tanto tiempo este momento, que su carita de niño solo puede reflejar alegría y paz directa al corazón.

Que esta noche, el Niño Dios que nace, te colme de esa bendición eterna de alegría y paz para tu alma. Que este encuentro personal entre Dios hecho un niño y tú, sea el principio de una relación de amor basada en la confianza y en el abandono a su Divina Providencia, para tu felicidad ahora y siempre.

Dios existe y tiene rostro, se llama JESUS -DIOS CON NOSOTROS-

FELIZ NATIVIDAD DEL SEÑOR

EN EL CAMINO

Hace unos días me asombraba al mirar al cielo y ver como un enorme grupo de aves volaban firmes en una dirección, ninguna de ellas se salía de la formación, mantenían una coordinación impecable, sin ningún tipo de duda podían verse como si fueran un solo cuerpo, todas siguiendo el mismo camino, con un mismo destino.
Que maravilla observar la naturaleza y darte cuenta de la belleza de todo lo creado, tan perfecto y tan inteligente, dispuesto de tal manera que su existencia nos enseña a ver que no hay nada que se escape a la voluntad de Dios, todo está magnificamente ordenado y dirigido para nuestro encuentro con El.

Esto fue lo que descubrí en una de mis escapadas este verano durante el Camino de Santiago, la que fue mi primera peregrinación a pie, se convirtió en una maravillosa experiencia en todos los sentidos, bastaba un corazón capaz de exponerse y dejarse hacer por la divina gracia.

Lo que comenzó siendo una idea de principios de mes, se transformó en una realidad minuciosamente organizada, como una gran propuesta del cielo. Nuestra peregrinación empezaba en Garabandal y tenía como meta Covandonga. Fueron 5 días de camino con etapas que iban desde los 25 a los 30 km diarios, excepto el último día que lo vivimos como “nuestro Gran Domingo”, un día en el que sólo podíamos dar gracias por todas las bendiciones recibidas.

El grupo lo formamos 10 amigos, casi todos de distintas ciudades, algunos conocidos, otros nuevos que nos presentaron la noche antes de salir, pero con algo común muy importante en nuestro interior, un amor a Dios que nos unía como lazos invisibles.

Tal era este amor que cada uno llevaba en su corazón, que su presencia se hizo tangible desde el primer momento. Un espíritu de caridad con el prójimo, de servicio, de alegría, de esperanza, de humildad, de generosidad y fortaleza impregnaba cada uno de los rostros de mis compañeros, en cada sonrisa, en cada ánimo, en cada caída y en el dolor  a causa de tanto caminar, estaba presente Cristo, ¿ y qué no harías por El y para El cuando lo tienes delante?

Fueron días de mucho esfuerzo los que nos dieron la gracia de experimentar lo que supone salir de una vida de comodidades, exponiéndonos a verdaderas pruebas de resistencia y perseverancia, en donde nuestras piernas flaqueaban por la falta de entrenamiento y nuestros pies se transformaban en pequeños muelles que funcionaban al ritmo de cada paso por inercia. Supuso una continua renuncia a todas las cosas que creemos necesarias en nuestro día a día y que sólo acumulaban peso en nuestras mochilas. Cada kilometro que avanzábamos era una oportunidad para poder ofrecer ese sacrificio por todo aquello que llevábamos en nuestro interior, y de alguna manera cuanto mayor era el esfuerzo mas cerca sentías a Jesucristo caminando contigo.

Su divina providencia se mostraba en lo pequeño y en lo grande, dándonos lo que necesitábamos a cada instante; una fuente de agua fresca en momentos de sed, arboles frondosos con sombra para descansar del sol, y otras tan agradecidas, con buenos pastores que guiaban nuestro caminar.

Nuestra vida ordinaria no deja de ser un reflejo de ese peregrinar, abriendo camino donde no lo hay y siguiendo al único que nos conduce a la verdad y a la vida, Cristo. Un camino que no deja de estar lleno de dificultades y tentaciones contra las que luchar, pero en el que también están muchos hermanos, hermanos en la fe comprometidos por su amor a Cristo, hermanos valientes que dirigen sus pasos sin vacilar, guiados por el Espíritu, con disposición y humildad, como aquellas aves que volaban siendo un solo cuerpo, con el corazón puesto en un fin, seguir y servir a Dios, y por Él y con Él a los demás.

“Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.” (Col 3,12)

IMG_9579

EL DON DE LA AMISTAD

Son muchas las personas que aparecen en nuestro camino, unos por trabajo, por la familia, por ser vecinos, amigos de amigos, de la universidad e incluso gente del colegio o de cuando eras más pequeño que sorprendentemente vuelven de nuevo a tu vida. Todos, sin excluir a nadie, aparecen en nuestro camino por alguna razón, es incuestionable que al final con el tiempo, te des cuenta del valor que tenía en ese momento que estuvieran.

Desde siempre he sido una persona que ha puesto en primer lugar a las amistades, era capaz de todo por ellos, aunque fuese una tontería y me costase un disgusto en casa, e incluso si después me llevaba alguna decepción; estar con mis amigos y sentirme querida por ellos ocupaba un lugar primordial.

El tiempo hace que valores aquellas amistades, y como decía, te das cuenta de que en cada momento, las personas que te rodeaban, formaban parte del plan que Dios tiene para ti. Mi encuentro con Cristo no tendría sentido si no hubiera sido por esas almas que sin saber, eran instrumento dócil del Señor. Ellas han sido en muchas ocasiones quienes me acompañaron en mis momentos más rebeldes pero al mismo tiempo los mas sinceros, como el mismo Cristo acompañaba, escuchaba y consolaba, ahora echando la vista atrás, siento que verdaderamente era Él quien estaba conmigo, cuando buscaba respuestas, cuando me perdía con las cosas del mundo, cuando simplemente quería compañía por no estar sola, era Jesús quien se hacia presente a través de ellas y me iba guiando poco a poco hasta donde quería. Todo estaba perfectamente planificado.

Con los años el valor de la amistad ha ido creciendo y con ello madurando, pero al mismo tiempo también vas viendo a los ojos de la fe, como los amigos que hoy tienes, son puestos con más predilección por el Señor. Y es que, en el momento en que das tu Sí a Cristo, comienzas a recibir las más inesperadas gracias, un ejercito de ángeles con quien librar todas tus batallas en el mundo actual, especialmente cuando se trata de “ir por todo el mundo y proclamar la Buena Nueva” una misión que para aquel que ha conocido el Amor de Cristo, por amor es capaz de todo. No hay mayor alegría que compartir tu tesoro y mostrarlo sin miedo al mundo, con ilusión y esperanza, viviendo una verdadera Pascua donde es el Espíritu Santo quien acompaña y abre las puertas a los elegidos para llevar la buena noticia.

En estos últimos años le doy gracias a Dios por todas estas amistades y más especialmente por una que la providencia puso en mi camino no hace muchos tiempo y que me ha acompañado librando mis peores batallas. Un amigo que pese a todo siempre ha estado ahí, con su alegría y vitalidad ha llenado mis momentos de tibieza y mis caídas, su paciencia, su ejemplo y su perseverancia me ha ido abriendo los ojos para seguir creciendo en humildad y en el Amor a Cristo. Son estas amistades las que te llevan a descubrir que Dios las pone por el sencillo motivo de buscar tu santidad, ellas son las que te hablan de que lo primero es Dios, las que te motivan para seguir creciendo, siendo capaces de sacrificarse sin esperar nada a cambio, y que cuando llega el momento también te hablan con sinceridad para que podamos reconocer que al final de lo que se trata es de amar a Cristo a través de los demás. Estas amistades, a la luz de la fe, son parte de «ese gran Amigo» que siempre estará contigo y que nunca te abandona. Cristo vive en ellos, y en ellos, su Amor.

«Mi mandamiento es este: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. El amor supremo consiste en dar la vida por los amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no está al tanto de los secretos de su amo. A vosotros os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que oí a mi Padre. No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. Y os he destinado para que os pongáis en camino y deis fruto abundante y duradero. Así, el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre. Lo que yo os mando es que os améis los unos a los otros.» Jn 15:12-17

20160510_001

EN SUS MANOS

Muchas veces se nos presentan tareas que por haberlas hecho en repetidas ocasiones creemos que las tenemos controladas pero cuando llega el momento de ponerlas en práctica aparecen imprevistos que hacen cuestionarte hasta qué punto lo estabas.
Mi experiencia, tras muchos tropiezos, es que nunca se está lo suficientemente preparado y creérselo sería caer en esa vanidad que muchas veces nos envuelve por puro amor propio. Cada día que comienza es una nueva tarea que tenemos por descubrir; así como cada ola que rompe en la playa, por muy idéntica que nos parezca a la anterior llega de manera diferente, así nuestra vida y la misión que tenemos será repetida y rutinaria o nueva si la vemos con los ojos de Dios.

El pasado fin de semana tuve uno de los encuentros más especiales y esperados de principio de año. Me esperaba un retiro en Sevilla que llevaban preparando con muchísimo amor desde hacia meses. Mi función era muy simple: obedecer y cumplir con todo lo que me dijeran, lo único que se esperaba era mi disposición y ganas de servir realizando las tareas que ya conocía con anterioridad…. aun así, de todos los retiros en los que estuve, fue el que más meteduras de pata cometí.

Mi despiste y las distracciones continuas supusieron que otras amigas tuvieran que responder por mi y todas esas pequeñas faltas no hicieron más que aumentar mis miedos a sentirme incapaz de poder llevar a cabo un servicio mejor.

Pero… ¡cómo cambian las cosas cuando ponemos a Dios al mando de todo! Con Él a la cabeza no hay fallo humano del que no saque fruto. Fue ya pasado un día, cuando me paré a pensar que todo lo que en ese retiro estaba ocurriendo, era exclusivamente obra del Señor, escuché sus palabras, vi su mirada, recibí su cariño, siempre apareciendo cuando más lo necesitaba, pero mis preocupaciones no me dejaban verlo.

Verdaderamente podía respirar y sentir como la gracia de Dios se derramaba por cada alma que allí estaba. Era increíble como todos esos fallos que consideraba importantísimos, en las manos del Señor se transformaban en bendiciones y poco a poco fui aprendiendo la gran lección que me tenía preparada: todo es por Su Gracia.

Siempre es así, Él hace nuevas todas las cosas, es el único capaz de hacerte ver lo importante que eres incluso equivocándote. Descubrí que está con nosotros en TODO lo que hacemos pero más aun cuando somos conscientes de su presencia y lo ponemos en el centro.

Mi falta de fe y de humildad me incapacitaron para ver que sólo Él puede tocar los corazones, el milagro es obra suya, nosotros sólo somos simples instrumentos, siervos inútiles que nos ponemos a disposición del mejor Rey, capaz de llenarnos de amor con un suspiro y hacernos sentir lo valioso que somos a sus ojos, tanto, que cada día que pasa sigue luchando incansable porque sigamos fielmente sus pasos.

“Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: «Desplázate de aquí allá», y se desplazará, y nada os será imposible.” Mt 17,20.

las-manos-de-dios-1-0-s-307x512

CAMAREROS DE DIOS

¡Qué difícil es dejarnos guiar por el Señor! Que sea ÉL quien nos vaya moldeando, quien nos vaya puliendo esos defectos que tenemos, que incluso reconociéndolos, nos cuesta tanto trabajo deshacernos de ellos. Sin duda, es necesario que Dios actúe y nos ponga en el camino oportunidades que nos enseñen a cómo superar esas carencias. Hay situaciones en las que necesito ver que lo que estoy haciendo va dando sus frutos, y más si se trata de cosas para el Señor. Pienso entonces en La Virgen María, Ella es el mejor ejemplo que tenemos para saber esperar con paciencia ese momento que Dios tiene pensado hacer su obra, es maestra con su perseverancia y confianza.

 

Esto lo pude experimentar el pasado sábado, cuando tras ayudar de voluntaria, se me ocurrió repartir la comida que había sobrado del evento a las personas sin techo que están por nuestras calles. Con un amigo cogimos un par de bandejas y nos lanzamos al centro de la ciudad con tanta ilusión que cualquiera diría que llevábamos 7 horas trabajando.

 

La imagen era graciosa, íbamos los dos con camisetas de voluntarios y al llevar las fuentes con los mini bocadillos, asumimos rápidamente nuestro papel de “camareros de Dios”. Al empezar, vimos una imagen de la Virgen María, nos dio la sensación de que estaba allí esperándonos para darnos ánimos y fuerzas en nuestra misión nocturna. Le rezamos una Salve y encomendamos nuestros pasos a los suyos, dejando que fuese Ella la guia y que nos dirigiera durante el camino.

 

Dimos con algunos vagabundos que duermen resguardados en cajeros, pero conforme íbamos caminando y buscando, la ilusión se desvanecía y el cansancio nos iba ganando terreno. No podíamos creer que para un día que teníamos tanta comida no encontráramos a nadie a quien ofrecerle. De repente, justo cuando parecía que ya no íbamos a encontrar a nadie más a quien dar lo que teníamos, nos cruzamos con un mendigo que nos indicó donde podía haber más gente necesitada. Fue en ese momento cuando vi con una asombrosa claridad que la Virgen nos estaba llevando al lugar más necesario. Y así fue. Finalizamos nuestro camino en una zona donde se encontraban varias personas sin techo, a quienes les dejamos las bandejas de comida.

 

Esa noche comprobé que realmente Dios esta detrás de cada paso que das, por muy confuso que nos parezca. Dios tiene una manera de hacer las cosas de lo más sorprendente. Es experto en hacerte sentir emociones y vivir cada momento de forma única, sobre todo cuando te abandonas completamente y dejas todo en sus manos, ofreciendo al comenzar, cada acto y propósito a María. De esta forma, llegarás a apreciar la manera tan sutil y perfecta que tiene para llevarte justo al sitio donde ÉL quiere que estés, ni un minuto más ni un minuto menos, descubriendo así la grandeza de sus planes y la perfección de su tiempo.

el-plan-de-pensiones-de-un-camarero