TIRAMISÚ CON MENSAJE

Una misma receta, no siempre sale igual. En cada plato puedes encontrar algo diferente al anterior, algo que los comensales desconocen, pero que el cociner@  aun teniendo los mismos ingredientes y conociendo los pasos a seguir, cuando llega el momento de ponerse manos a la obra, ese miedo a que no salga como esperas puede aparecer.

 

Esta semana tenía la merienda con los padres y niños de catequesis, quedamos en llevar un plato cada uno, así que pensé en hacer Tiramisú.

La receta, aunque aparentemente es sencilla, tiene algo que la complica bastante, y es “montar las claras”. Me lo tomé muy en serio y decidí montarlas a mano, quedando bastante bien para ser la primera vez, así que prueba superada!

La segunda, me recomendaron usar la varilla eléctrica para montarlas, así que decidí seguir el consejo, con lo que tardé menos tiempo y además con menor esfuerzo.

Esta tercera vez, creyendo que haría el tiramisú perfecto y en poco tiempo, iba tan confiada en mí misma y en mis «resultados anteriores», que me lancé a montar las claras lo primero de todo, cometiendo el error, de que pasó demasiado tiempo y cuando quise darme cuenta se habían cortado! Menudo chasco me llevé, y es que en la cocina no te puedes despistar ni un minuto!

Acudí a una panadería a comprar más huevos para volver a empezar el tiramisú, y mi sorpresa fue que al comentar mi despiste, la panadera, atónita, se echó las manos a la cabeza y me explicó largo y tendido, que las claras son de una gran delicadeza y que en ningún caso deben dejarse reposar y esperar. Han de manejarse con extremo cuidado pues cualquier gesto puede hacer que pierda cuerpo y consistencia. De la forma mas inesperada, aquella mujer, con su explicación tan sencilla y primorosa, me hizo ver como algo tan delicado y frágil, es capaz de estropearse si no lo cuidamos.

 

El Señor puede presentarse mediante gestos muy sencillos y utilizando a personas que, en cualquier momento, con sus palabras pueden darte la respuesta que estás buscando, o en este caso, el mensaje que Dios te quiere enseñar: no olvidarme de cuidar el bien más preciado que Dios nos ha dado, LA FE!

La Fe hay que alimentarla y trabajarla, para que no se rompa cuando pasemos por un mal momento, por alguna desilusión e incluso por un abuso de confianza en nosotros mismos, en el que nos olvidamos que Dios es el artífice de todo lo que hacemos. La fe es lo más valioso que tiene el cristiano, un don de Dios, que no es resultado de ninguna obra, sino un regalo que EL mismo te dió, eligiéndote, para que seas testigo de su amor por los hombres.

 

Con cada tarea que nos propongamos, por muchas veces que la hayamos hecho, hay que iniciarlas con el mismo esfuerzo e ilusión del primer día, trabajando como si todo dependiera de ti y confiando como si todo dependiera de Dios, para que sea EL quien finalmente haga su Voluntad.

María, es nuestro ejemplo para trabajar con ese amor y delicadeza, ofreciéndole al Señor siempre lo mejor en cada gesto y con cada esfuerzo.

 

Hay que tener los ojos bien abiertos y los sentidos puestos en todas las cosas que hacemos, ya que en todas está Dios, y en todas tiene un mensaje para ti.

img_como_montar_claras_a_punto_de_nieve_24523_orig