SIN ATADURAS

Como en un juego de preguntas y respuestas cortas, si me pidieran que renunciara a una sola cosa, rápidamente te diría “algo material” de lo que pudiera prescindir fácilmente, caprichos que nos damos y que no son esenciales para vivir. Pero… ¿y si te pidieran que renunciases a alguien?

Llevo un par de semanas con la sensación de que todas las cosas que planifico, cuanta más ilusión tenga más imprevistos aparecen. Ocurre que, días antes de que suceda, no puedo ir  por algún cambio de horario, una reunión de última hora que modifica lo hablado e incluso planes familiares que te hacen cambiar de un día para otro con lo previsto. Pero lo mas curioso de todo, no son los motivos que los irrumpen, sino el propósito que lleva implícito cada motivo.

Estos planes eran especialmente aquellos que suscitan un estado de bienestar, planes divertidos que cuentas y te conviertes en el centro de la conversación de tus amigos, obras de las que tus padres van a estar orgullosos por lo solidario que eres, acciones que te pueden convertir en un ejemplo en un momento dado llegando a ser el punto de mira de muchos… pero todos ellos, en su inocente y buena apariencia, cumplían con el objetivo de saciar un interés muy personal.

Como el buen Pastor conoce a sus ovejas, las llama a cada una por su nombre y ellas reconocen su voz, por primera vez en mucho tiempo pude escuchar la voz de Dios que me iba pidiendo por cada propósito que se cancelaba y que vivía con desdicha, que le entregara una parte más de mi oscura alma, de un corazón en donde la vanidad y el egoísmo habitaban, impidiéndome ver más allá de mi yo.

Él mejor que nadie, sabe que partes de mi alma quiere moldear y lo dispone todo para ir quitando poco a poco los apegos a los que ciegamente estoy unida.

Comprender cuánto nos puede conocer Dios y lo que necesitamos en cada momento, es algo difícil de imaginar, nuestra simpleza humana no alcanza a ver ni la punta del iceberg de lo que hayamos podido leer e incluso predicar en tantas ocasiones. El amor que Dios nos tiene únicamente se puede explicar buscando en nuestro interior, conociendo y descubriendo nuestros defectos y miserias podremos apreciar que pese a todo, El nos quiere a cada uno tal y como somos.

En ese conocimiento de contemplar directamente mis debilidades y de sentir como Dios me despojaba de todo lo que me ata y me separa de su verdadera libertad pude encontrar en mi dolor mi mayor gozo, saberme amada por alguien que fue capaz de dar su vida por mí.

Querer implica conocer, y Cristo fue el primero que nos quiso aun conociendo las oscuridades de nuestra alma.

Aceptar la providencia con humildad y dejarse golpear por el cincel de Dios no es tarea fácil, en esta ocasión fue la mano de Dios la que se impuso y me hizo ver su voluntad pero, qué bello es renunciar libremente a ti mismo para estar mas cerca de Dios y de lo que quiere hacer contigo.

“Yo he venido para que tengan Vida, y la tengan en abundancia” Juan 10,10


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