Querer lo que TÚ quieres

Cuantas veces nos podemos encontrar en una situación que supone y requiere que renunciemos a lo que más nos apetece. Son tantas las oportunidades que tenemos para ir venciendo nuestro egoísmo y salir de esa zona de confort que nos hemos ido creando sin darnos cuenta, que apenas somos consciente del gran regalo que se nos da desde el cielo de ir poco a poco creciendo en gratuidad y generosidad.

El mundo continuamente nos esta poniendo a prueba, pruebas que vistas con los ojos de Dios se convierten en bendiciones y es que, últimamente siento cada día que pasa como un nuevo reto que me plantean desde el Cielo para de alguna manera demostrar mi fidelidad a Dios. Hasta hoy tenía claro como actuar, y es que en la teoría todo parece sencillo pero cuando llega el momento, la tendencia mas humana aflora y sin darte cuenta vuelves a estar inmerso en tu Yo y lo único que preocupa es mi yo.

Podría ponerme a enumerar momentos tan distintos en lo cotidiano en los que he tenido la oportunidad de cambiar una situación… me cuestiono que hubiera pasado si hubiese actuado diferente, si hubiese dejado a Cristo actuar en mi nombre, pero en mi debilidad y en mis ganas de buscar lo que creo que es mejor para mi, llegan a la mente esos pensamientos que te hacen confundir el querer con lo que quiere verdaderamente Dios de ti.

Querer lo que quiere Dios no es tarea fácil, pensar como piensa Él, sentir como siente Él, perdonar como perdona Él, Amar como ama Él; sin condiciones, sin límites, con aceptación, con generosidad, con libertad! “Y tal fue Su amor al mundo que hasta entregó a su propio Hijo para redimir nuestros pecados”.

Y qué de importante es amar con libertad, tan a veces confundida, eligiendo lo que Dios quiere, eligiendo seguir a Cristo con todas sus consecuencias, confiando ciegamente en su voluntad y en que siempre quiere como buen Padre lo mejor para sus hijos.

Si conociéramos el verdadero don de Dios y su gracia, lucharíamos cada día por vencer y superar todas las pruebas a las que nos vemos tentados por nuestro Yo y por el mundo.

¿Quien mejor que Dios para hacernos ver qué es lo mejor para cada uno? ¿Quien mejor que Él para descubrir nuestro propósito en la vida? ¿Quien mejor que Él para reconducirnos cuando nos salimos del camino?

Cada mañana al despertar, tenemos la oportunidad de saborear y disfrutar los dones de Dios para cada uno de nosotros, de ponerlos al servicio de los demás, dejando de lado nuestros intereses y nuestras apetencias personales para ser auténticos instrumentos del Señor, convirtiéndonos poco a poco en preciosas piedras bien talladas con las que construir el Reino de Dios, viviendo un poquito de cielo aquí en la tierra, en donde podremos alcanzar el verdadero gozo y la dicha de sentirnos sus hijos amados, sus predilectos.

 

«Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer» Juan 15:5

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CALCUTA, UN REGALO DE AMOR

Todo anhelo que surge en tu corazón tiene un propósito, tiene un fin. Como alguna vez escuché, “Dios no da puntada sin hilo” y en esta ocasión el hilo del que se sirvió para que conociera más su Amor fue Kolkata.

Como nada es por casualidad, Calcuta era un lugar que tenía en mente desde hacía tiempo. Lo conocía por varios amigos que estuvieron de voluntariado y me hablaban maravillas de su experiencia. Aquellas lecturas y conversaciones sobre Madre Teresa fueron calando poco a poco en mi interior y despertando una llamada a servir allí donde se encontraba el más pobre de entre los pobres. Así que apenas pasó un año cuando Dios, en su tiempo y en su momento, lo dispuso todo para poder ir. Dejándolo en sus manos, aposté por lo que sería seguramente una misión inolvidable.

Si no fuese por el don de la fe, es difícil creer que en lugares como este, exista Dios. La miseria, la pobreza, la oscuridad, abarcan hasta el último rincón que puedan existir en las calles de Calcuta. Padres y niños hacen de las avenidas y callejones su hogar, fuentes públicas usadas como duchas, cartones, plásticos a modo de tejados, un par de cacerolas y ya tienen casi todo lo que necesitan para existir un día más.

Una ciudad en la que la vida parece que no tiene ningún valor, la dignidad humana se degrada y tan solo quedan sueños de lo que podría ser una vida plena. Cuervos y escombros llenan sus calles, animales y hombres conviven juntos en medio de un innegable vertedero en el que lo normal es encontrar grupos de personas durmiendo por sus rincones. Todo es estrés y caos; coches, camiones, autobuses, carros tirados por hombres que circulan sin parar… paseo imaginando como los ángeles guardan a cada instante esas almas sin rumbo. No hay ley, no hay orden, no hay respeto, «no se siente presencia de ninguno de sus 33 millones de dioses».

En medio de todo esto, una luz brilla en Calcuta, son las “Misioneras de la Caridad”, mujeres con vestiduras blancas que irradian una luz celestial a su paso por las calles, auténticas portadoras del amor de Cristo que recorren sus rincones recogiendo cada alma que encuentran abandonada y necesitada de amor. Sin hacer distinciones, las acogen y cuidan, alojándolas según las condiciones en que se encuentren en sus distintas casas repartidas por la ciudad. Les dan ropa, alimento, una cama en la que dormir, y les devuelven parte de la dignidad que les habían robado.

Mi misión comienza en una de estas casas, Shanti Dan, en donde más de 200 mujeres de edades diversas, con ayuda de las “Misioneras de la Caridad”, luchan diariamente por encontrar la felicidad y superar sus horrores. Discapacitadas, enfermas mentales, victimas de abusos, malos tratos y quemadas muchas de ellas con ácido, encuentran una caricia de Dios en medio de la oscuridad que han vivido. Shanti Dan «Regalo de Paz» es un lugar en el que olvidas todo el bullicio, estrés, suciedad y temores que te transmite la ciudad. Su silencio y la paz que se respira en ella te hace entrar verdaderamente en presencia de Dios, allí sí lo podías sentir.

Al llegar a Shanti Dan, te das cuenta de que no es fácil lanzarse a ayudar a alguien en el que ves con tanta claridad como el dolor y la soledad atacan sin piedad. El ser humano no está capacitado per se a llenar esos vacíos y tristezas que ahogan los corazones de quiénes no han conocido el Amor de Dios. Cuando decidimos hacer una obra de misericordia y sentimos en nuestro interior la llamada de dar de comer al hambriento, de vestir al desnudo o de consolar al triste, no es solo un impulso humano que surge por querer asistir al prójimo, en todos ellos está la acción del Espíritu Santo que nos anima y nos susurra que nos entreguemos por y para nuestros hermanos.

En un lugar de misión como puede ser Calcuta, cuando ves la necesidad tan enorme de amor que tienen estas personas y el abandono en el que viven día tras día dentro de una realidad inalterable, llegas a tomar conciencia de que la única persona capaz de darle ese amor que necesitan es Cristo. Nadie más puede llevar a su plenitud un amor que llene los vacíos que sufren sus corazones y al mismo tiempo, también diría,  que pueda llenar los nuestros.

Al estar allí junto a ellas y en la multitud de circunstancias en las que te va poniendo el Señor, aspiras y deseas ese amor que sabes que existe pero que ni tan siquiera tú puedes llegar a tener. La necesidad de Dios es tan grande que te hace estar continuamente en oración pidiendo de sus gracias y de sus dones para poder ser mero instrumento suyo con cada una de estas almas.

Es con la oración y a través del trabajo ofrecido cuando ves como la acción de Dios va llegando poco a poco a tu corazón, sintiendo como es Jesús quien trabaja, exhala y se esfuerza contigo, animando y dándote siempre el consuelo que necesitas para así transformar cada gesto, mirada y caricia como si fuese suya.

Fui a Calcuta con el anhelo de encontrarme con Cristo en el más pobre, de experimentar su amor, pero el Señor me sorprendió con un regalo aún mayor. Me dio la oportunidad de conocer cómo es trabajar y amar con Jesús, actuando El mismo en mí y a través de mí. Comprendí en ese momento el gran abismo que existe cuando dejamos de vivir con Cristo a nuestro lado y la percepción que llegamos a tener del mundo y de las circunstancias que nos rodean. El Señor lo transforma todo.

Tener presencia de El a cada instante, de su poder y de su amor hace que sea más fácil vaciarnos de nosotros mismos y de nuestro modo de hacer, dejando de lado todos los miedos e inseguridades que nos impiden darnos por completo, para que sea finalmente Cristo en nosotros quien lleve ese amor a los demás, convirtiéndonos así, en verdaderos templos de Dios.

“Para que el amor sea verdadero, nos debe costar, nos debe doler, nos debe vaciar de nosotros mismos.” Madre Teresa de Calcuta.

 

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COMIENZA EN NAVIDAD

Es Navidad, como un año mas, las calles se llenan de luz, la gente sale de sus casas y las caras se llenan de una alegría que parece ausentarse durante el resto del año.

Todo son propósitos y deseos de que este nuevo año, que en pocos días comenzará, sea un año lleno de sueños hechos realidad, de objetivos cumplidos y de mucha felicidad. Pero, ¿y si te dijeran, que todo esto lo puedes tener siempre, que esos sueños y esperanzas, esa alegría que anhela tu corazón, está en tus manos conseguirla? Toda tu vida podría cambiar, con tan solo una palabra.

 

Entre tantas comidas con amigos y compañeros de trabajo tan especiales en estas fechas, la más inesperada, fue con unos amigos que no veía desde hacia meses. Menuda sorpresa me llevé, cuando ví entre los comensales a un bebé, el hijo de una amiga que dormía tranquilamente mientras todos disfrutábamos de ese precioso encuentro. Cuando despertó, observé cada gesto que tenía la madre con su hijo, el primero fue cogerlo cuidadosamente sin dejar de dibujarse una sonrisa en su rostro, lo recostó en su pecho y estuvo dándole de comer durante unos minutos mientras el niño no paraba de mirar a su alrededor atento a cada gesto que hacíamos. Cuando terminó le pedí cogerlo durante un momento y me dí cuenta del gran milagro que tenía entre mis brazos.

 

El milagro de la vida, del que somos testigos con cada nacimiento, hoy se hace presente y nace especialmente por cada uno de nosotros. Esta noche nos ofrecen la oportunidad de poder sentir en nuestro corazón los latidos de un Niño que acaba de nacer, que abre los ojos por primera vez y que aguarda en su cuna a áquel que quiera cogerlo con fuerza; donde el primer gesto que tengamos hacia él sea una cara llena de alegría al ver su rostro, tenerlo en nuestro pecho y enamorarnos de su belleza sobrenatural, de su gracia, de su sencillez, de su humildad y de su Luz, capaz de iluminar todos los espacios oscuros que anida nuestra alma con tan solo una mirada.

 

Hoy me pregunto, si al igual que esta madre le ofrecía todo lo mejor que tenía a su pequeño, sería yo capaz de darle lo mejor de mí al mismísimo Hijo de Dios, concebido en el vientre de María, el Verbo hecho carne, hecho hombre como nosotros para enseñarnos el verdadero sentido del amor, de la esperanza y de la fe.

Contemplémoslo en cada nacimiento que con tanto cuidado hemos puesto en nuestros hogares, abriéndole nuestro corazón con sinceridad, con la confianza de que solo Él conoce nuestras necesidades, de que desea más que nadie nuestra felicidad y de que nunca nos fallará. Solo nos pide a cambio una palabra: “SÍ”.

La Navidad es tiempo de amar, de disfrutar de la familia, de recordar lo verdaderamente importante, pero sobre todo, de estar felices, porque Dios ha nacido y un nuevo camino se abre ante nosotros, un camino en el que siempre tendrás de tu mano a Jesús y a tu Madre María

 

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.” Juan 3, 16

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VERANO AZUL

Hay corazones inquietos, corazones que buscan siempre nuevas emociones, nuevas experiencias y nuevos retos. El verano es una oportunidad más para vivirlos, suelen aparecer muchos planes, viajes, salidas, etc. y para todos aquellos que pueden llevarlos a cabo, es el momento ideal.

 

En el tiempo que llevamos de verano, que no es poco, a pesar de ser ese periodo del año que tanto ansiaba que llegara, para el descanso y para hacer aquellas cosas que más me gustan, ha resultado ser un sin fin de actividades y planes tan variados que apenas he tenido la sensación del descanso que tan esperadamente aguardaba. El tiempo corre en nuestra contra y ese «querer hacerlo todo» ahora nos lleva precisamente a perdernos del “Único Todo” que tendríamos que querer hacer.

 

En nuestro interior y por nuestra tendencia, es propio que tengamos ilusión y ganas de hacer todo aquello que vemos y que nos resulta atractivo y estimulante. Es fácil dejarse llevar por las cosas del mundo, la televisión, las revistas, las historias que nos pueden contar, las que incluso oímos de nuestros propios vecinos sobre vidas ajenas y cómo, todo ello escuchado en boca de los demás y hasta ensalzadas más de lo que debiera, nos hacen pensar que, eso es lo que tenemos que hacer para saber como disfrutar y vivir bien la vida. No dejan de ser insinuaciones a nuestra alma que nos dan a entender que también nosotros tenemos derecho a realizarlas y al final se convierten en pensamientos y deseos superficiales que tenemos que saber superarlos para no dejarnos llevar por las cosas terrenales.

 

Son muchas las ofertas que se nos van a presentar, todas muy tentativas, pero siempre, cuando llega el momento de decidir, es siempre nuestro corazón el que va dictándonos hacia dónde tenemos que ir y qué es lo que debemos hacer.

Es ÉL, el Espíritu Santo el que va guiando tus pasos sin darte cuenta, el que te hace ver lo que puedes abarcar y cuando debes de parar. En estas últimas semanas, el Señor me ha ido mostrando y hasta planificando el verano, salidas que pensaba realizar se han pospuesto y otras que no esperaba han aparecido, en todas está la mano de Dios y en todas me ha dejado un mensaje.

No dejemos que estos meses se conviertan en ese «querer hacer tanto» y que se transforme en una temporada ocupada y programada con viajes, comidas y salidas, dejándonos llevar por los tópicos del verano… También es tiempo de llenarse del verdadero disfrute y descanso que nos da Nuestro Dios, permitiendo que sea Él quien nos sorprenda con sus perfectos planes y sus detalles de amor. Allí donde te encuentres, descubre todo lo que ha creado para ti. Es temporada de dar gracias y estar alegres por todo lo que ha puesto a nuestro alcance, de ser generosos con nuestro Padre como Él lo es cada minuto con nosotros.

No dejemos de mirar al Cielo en estas noches de verano, y de poner nuestras ilusiones y ganas ahí arriba, porque allí donde esté Tu Tesoro, estará tu Corazón, y con él, las verdaderas vacaciones.

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VOLANDO VOY

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Llegó el Verano y con él las Vacaciones! periodo de descanso para algunos y para otros, una ocasión de disfrutar con amigos y familia, con escapadas a la playa y  a terrazas donde reposar despues de un caluroso día  … El verano tiene una Luz única, nos invade con una alegría propia y hace que vivamos todo más intensamente, aprovechando cada minuto y obsequiándonos con esas horas de Luz que nos faltan a lo largo del año.

 

Uno de los momentos que seguramente y con mas paciencia se espera en verano, es salir de viaje. Muchos lo llevan planificando meses, otros lo organizan semanas antes, pero siempre buscamos unos días de vacaciones a algún sitio especial, que nos saque de la “rutina” del año.

 

Este verano he comenzado mis vacaciones viajando a uno de los sitios más maravillosos que puedan existir, al menos para mí. Es un lugar donde casi puedes tocar el Cielo y donde sentir especialmente esa Paz que sólo Dios puede darte. Se trata de Medjugorje, un sencillo y pequeño pueblo que conocí hace dos años y donde esta vez, decidí volver organizando el viaje desde mi ciudad con un grupo de 26 peregrinos.

 

Como en toda peregrinación, pueden surgir obstáculos y problemas de última hora. Aparecen miedos que te cuestionan la seguridad del viaje, planes alternativos que se presentan en esas mismas fechas, trabajos y gestiones que tienes que terminar antes de partir y un sin fin de anécdotas curiosas, que lo único que consiguen es generarte dudas para cancelar el viaje. Pero entonces, a pesar de todas las complicaciones, cuando decides continuar, te llega esa fuerza que necesitas para mirar con valentía y esperanza cualquier suceso que ocurra, pues en definitiva, no deja de ser otra prueba más de Dios y una oportunidad para demostrarle que eres capaz, junto con Él, de superar cualquier obstáculo que se interponga, apreciando así lo perfecto de su obra.

 

Ha sido una peregrinación llena de bendiciones, La Virgen de Medjugorje no deja de sorprender y lo hace hasta en el último instante, incluso cuando crees que ya no te queda nada más por ver y sentir.

Dios siempre aprovecha, como nuestros días de verano, hasta el último momento para presentarte una nueva perspectiva de todo el viaje, le da la vuelta a todas tus expectativas y te hace contemplar la grandiosidad de sus planes.

A diferencia de otros años, en los que he vivido Medjugorje de manera muy personal, este año, al organizar la peregrinación, la Virgen me ha dado la oportunidad de poder probar una milésima parte de la alegría que viven en el Cielo cada vez que hay un cambio en los corazones de sus hijos.  La imagen que me llevo de cada uno de ellos y de sus experiencias ha sido un gran presente, vidas de las que aprender, corazones con los que sentir y compartir el Amor de Dios, esperanzas e ilusiones, ganas para comenzar con nuevos proyectos personales, metas y propósitos. He visto Peregrinos llenos de Dios, con una fe fuerte y viva, llenos de confianza y seguridad, preparados para seguir viviendo en esa Luz que Dios nos regala cada día, y para seguir siendo Luz incluso en la noche.

  

Mateo 5:15 “ Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa”